Muchas personas han sufrido de “culebrilla”. Así se le dice popularmente en Venezuela al Herpes Zortes. Este herpes solo aparece en personas que han sufrido de lechina, que es el término con el que también se conoce a la varicela. Se desarrolla cuando el sistema inmunológico está debilitado.
Aunque comparado con muchos mi camino ha sido extremadamente fácil, no hay duda que hay situaciones a las que me he enfrentado que han debilitado mis fuerzas…Recientemente debo haber tenido mi sistema inmunológico debilitado y mis defensas caídas porque me atacó la tan temida “culebrilla”.
Me tomó totalmente por sorpresa. Me sentía bien, aun cuando el día anterior había asistido al funeral de una persona a la que respetaba y quería. Al salir del funeral, me había enterado que mi apartamento se había inundado porque había explotado una tubería en la cocina. Llegué a mi hogar para encontrarme con la cocina, el salon y el pasillo que da a los cuartos llenos de agua…Inmediatamente comencé a secar el parquet para tratar de evitar que se levantara…Pasé 3 horas con manos amigas que gracias a Dios siempre uno encuentra en los caminos, tratando de controlar la situación y mitigar los daños…Las alfombras estaban «enchumbadas» de agua…El agua se había teñido con el color rojizo de las alfombras…En fin…solo con eso creo que fue suficiente para bajarme las defensas de una sola vez…
No obstante lo anterior, al día siguiente, al ver mi apartamento a la luz del día, pensé que toda esa agua realmente había limpiado a fondo mi apartamento…La luz alumbraba cada rincón. El desastre del día anterior parecía haberse borrado, como si nunca hubiera ocurrido…
Esa tarde del día domingo, 28 de febrero de 2015, mientras lavaba los platos, sentí un dolor intenso un poquito más arriba de mi ombligo…del lado derecho. Me levanté la camisa y vi que tenía como unas picadas en ese lugar. Me pregunté qué podría haberme picado así…Parecían como 4 picadas una al lado de la otra. Inmediatamente me fui a echar Andantol para que se me pasara la sensación de ardor. Después me puse a ver una película con mi hijo menor. De tanto en tanto, me levantaba la camisa. La extraña sensación seguía ahí…Me ardía con una intensidad sorprendente…Pensé si habría podido ser una araña la que me había picado…¿O habría sido una hormiga?…¿Qué más hubiera podido ser?. Me dolía bastante la espalda y pensé que se debía a las 3 horas con el haragán del día anterior. Me fuí a descansar pensando que al día siguiente estaría mejor.
Cada nuevo día lo recibo dándole gracias a Dios por todas sus bendiciones. A la mañana siguiente también lo hice, como de costumbre, aún percatándome que el dolor de espalda seguía allí y era más fuerte que el día anterior. Me recomendaron que tomara diclofenac potásico y decidí tomarme de una vez dos pastillas pensando que con eso se me pasaría completamente. Las picadas también seguían ahí y todavía me ardían…
Me fui a mi oficina y trabajé, aunque sabía que algo no estaba del todo bien. Al llegar a mi casa alrededor de las 7:00 p.m., por primera vez me di cuenta que el dolor de espalda no era en toda la espalda aunque yo así lo sintiera…Realmente el dolor estaba en la parte derecha de mi espalda, pero se irradiaba por todas partes. Fue en ese momento cuando por primera vez pensé que podía tener “culebrilla”. Ya a mi mamá le había dado hacía años en la cara y casi había perdido el ojo…Sólo de pensar que pudiera ser “culebrilla”, me estremecí. También el productor de los CDs de Espíritu en Movimiento había sido atacado por la “culebrilla” el año anterior y había sufrido mucho, llegando a gritar del dolor y quejándose incluso aún de gran sensibilidad en la zona cerca del hombro donde él había sido atacado.
Recapitulé los eventos y busqué en internet información sobre la “culebrilla”. Concluí que era factible que efectivamente lo que yo tuviera fuera una “culebrilla” que estaba comenzando. Los artículos explicaban que si se comenzaba el tratamiento dentro de las 24 horas, era bastante probable que se lograran mitigar los efectos del ataque. Recordé que mi tío también había sufrido recientemente de “culebrilla” y obtuve a través de él más información sobre los remedios efectivos. Inmediatamente salí de mi casa en busca de Aciclovir en tabletas, que era el tratamiento recomendado. Aun cuando pensé que la odisea podría no ser fructífera, después de recorrer varias farmacias, llegué a una donde me dijeron que aunque no tenían Aciclovir, sí tenían un medicamento que tenía la misma composición. Lo compré y me acerqué al farmaceuta que con gran rapidez y precision me había recomendado esta otra medicina. Le dije: “Disculpe…Veo que usted tiene mucho conocimiento y estaba pensando que, tal vez, además de ayudarme con el remedio, me pudiera ayudar a confirmar si usted cree que lo que yo tengo es “culebrilla”. Él me contestó indicándome que esperaba que no tuviera “culebrilla” porque era muy dolorosa. Amablemente, me hizo pasar a un cuartito. Me levanté la camisa. Él observó y me dijo que efectivamente sí parecía que era un comienzo de “culebrilla”. Entonces señaló el medicamento que yo acababa de comprar y me dijo: “Eso no es lo que se lo va a curar…”. Lo miré fijamente…Continuó diciendo: “¿Usted ha oído hablar de la hierba mora?…Eso es lo que en mi pueblo dicen que cura la culebrilla”. Yo sí había oído hablar de la hierba mora…Cuando le dio la culebrilla a mi mamá…Cuando le dio la culebrilla a mi tío…
Esa noche, más de 24 horas después de haber sentido por primera vez la picada de la “culebrilla”, me tomé mi primera tableta de Vadiral. La primera tableta de la dosis de 2 tabletas por día, durante cinco días. Así comencé el contraataque…
Caracas, 13 de marzo de 2015
11:50 P.M.
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