Éste es un bello soneto que mi madre recitaba cuando niña. Ella pensaba que era de Santa Teresa, pero cuando yo ubicaba su texto, leí que realmente su autoría no ha sido comprobada. Por lo tanto, se considera un soneto anónimo, aunque ha sido atribuido, entre otros, a Santa Teresa. Es el amor que Dios nos ofrece el que nos hace amarlo…El amor no debe existir por temor, ni esperando la recompensa…El amor no debe ser más que el resultado del amor…Amemos entonces a nuestro Dios y alabémoslo siempre.
Anónimo
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Comentarios Recientes